“La vivencia de ocio es, o debiera ser, una vivencia integral, relacionada con el sentido de la vida y los valores de cada uno, coherente con todos ellos”.
Según Wikipedia se llama ocio al tiempo libre que se dedica a actividades que no son ni trabajo ni tareas domésticas esenciales y que pueden ser recreativas. Postula Manuel Cuenca (2000): “La vivencia de ocio es, o debiera ser, una vivencia integral, relacionada con el sentido de la vida y los valores de cada uno, coherente con todos ellos”.
La negación del ocio es el negocio entendido como actividad lucrativa y usada como medio para adquirir bienes y servicios necesarios para la subsistencia, en nuestra cultura valoramos el trabajo (en tanto negocio) y miramos con cierto desdén el ocio…
Entre las tareas no remuneradas están las artes en general, las tareas manuales, el disfrute del cuerpo en deportes y actividad física en cualquiera de sus expresiones. Algunas frases populares lo ejemplifican:
(De un padre a una madre)
- ¿Y Martina?
- Bailando salsa como siempre, no sé cuándo esta chica se va a poner las pilas…
(De una madre a un hijo) ¿Vos crees que saliendo a correr vas a encontrar trabajo?
(De una amiga a otra)
¡Te quedó divina la mantilla! ¿Por qué no la vendés? Conozco a alguien que participa en una feria, etc., etc., etc.
Hay una tendencia a descalificar las actividades recreativas a considerarlas “una pérdida de tiempo” (como si el tiempo pudiera ganarse o perderse) a creer que el sentido de lo que hacemos es relevante cuando es productivo/lucrativo e irrelevante cuando las prácticas sociales (de una u otra manera todo nuestro hacer impacta en la sociedad de pertenencia) son experimentadas como disfrute de la cultura, siguiendo a Cuenca: “El ocio autotélico es un ocio desinteresado, la actividad realizada causa satisfacción”. “Al dejarse llevar por su interior, se pueden ejercitar opciones, elecciones y decisiones más libres y mantenerse según la naturaleza y necesidades de cada uno”.
Tejer (como actividad de ocio) puede ayudarnos a fortalecer la templanza, a buscar opciones para resolver problemas, a aumentar nuestra capacidad autotrascendente, a poner a prueba la paciencia, también a resignarnos cuando la expectativa de logro se frustra y aprender que podemos destejer y empezar de nuevo.
Las tareas manuales en general son expresiones de valores creativos de la mano de valores vivenciales, por más fatigosa que sea la tarea disfrutamos el proceso y disfrutamos la obra terminada.
Cada día comienza igual que el ovillo, miramos la agenda, leemos el tutorial de la prenda y comenzamos a tejer las horas de nuestra vida, de pronto escuchamos en la radio que hay paro de subtes… ¡Llego tarde al trabajo!, si se trata de una madeja para ovillar ¡Zas! ¡Se enredó! Un nudo infame nos demora, me equivoqué, mandé un mail a una casilla que no correspondía, tomé mal las medidas… a destejer y empezar otra vez.
En la vida es importante qué hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos, algunos privilegiados tenemos trabajos que se corresponden con nuestra vocación, otros realizan tareas lucrativas divorciadas del sentido único que quisieran desplegar, en el primer caso la actividad creativa es un plus, en el segundo, es doblemente trascendente.
Tejer es una actividad lúdica, creativa y altruista que en muchos casos nos acerca a la comunidad estrechando lazos con otros que, tal vez, jamás conoceremos, este es el caso de las mujeres que tejen cuadraditos al crochet para hacer mantas, otras los cosen y otros los llevan donde sea necesario.
Los ovillos (como los días) dependen de nuestras decisiones, de nuestra dedicación, de fluir en la tarea, de no estancarnos en el “nudo”, de atrevernos de vez en cuando a usar la tijera.
En el texto “La presencia ignorada de Dios”, Frankl escribió: “Nos acosan estímulos e incentivos de toda clase…” “Si el hombre en medio de todo este torbellino de estímulos quiere sobrevivir y resistir a los medios de comunicación de masas, debe saber qué es o no lo importante, qué es o no lo fundamental, en una palabra, qué es lo que tiene sentido y qué es lo que no lo tiene”.
Los medios de comunicación asociados al consumo estimulan el ocio pasivo (ser espectador) a través de este breve artículo intento promover el ocio activo, el tejido es apenas una excusa para hacer en las horas libres “algo que valga la pena”. Rara vez las tejedoras hacen prendas sólo para sí mismas, la mayoría encuentra sentido en su obra cuando la proyecta para otros, es gigante la satisfacción cuando escucho a mis nietas diciendo “me lo hizo la abuela Gra”.