“Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo, la mía sabe sin embargo, que no podrá hacerlo, pero su tarea es quizás mayor, consiste en impedir que el mundo se deshaga”.
En una época donde una abrumadora mayoría vive inmersa en un trastocamiento de los valores, que no lo permiten descubrir verdaderos sentidos que guíen sus vidas, hablar del creador de una escuela de psico-terapia que tiene como fundamento antropológico el sentido de la vida, es un verdadero desafío.
Lo asumo, porque al estar identificado con la Logoterapia tengo la esperanza de que esta crisis existencial, como toda crisis, puede ser una oportunidad de cambio; principalmente entre los más jóvenes .
Con esta actitud me adhiero a las palabras de Camus cuando afirmo: “Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo, la mía sabe sin embargo, que no podrá hacerlo, pero su tarea es quizás mayor, consiste en impedir que el mundo se deshaga”.
Hemos llegado al “Mundo roto” del que nos habló GABRIEL MARCEL quién dijo: “ Mientras la realidad se desmorona en pedazos , el hombre desfallece psíquica y espiritualmente escindidos.”
Lo que nos muestra en estos tiempos de triunfalismos falsos que la verdadera resistencia es la que combate por preservar valores que se consideraban perdidos.
Debo decir que mi convicción se apoya en una paradoja histórica. Esa paradoja es que ante la fragilidad material del hombre, lo espiritual de su condición humana demanda un sentido por el cual vivir.
Lo que hace necesario tener un propósito en la vida para poder contestar una pregunta crucial ¿qué hace que mi vida tenga sentido? O ¿Qué le da sentido a mi vida? Y si queremos abarcar más ¿Por qué estoy aquí? O ¿para qué estamos en este mundo?.
Cuando consideramos la pregunta y contestamos bien , la vida se vuelve una realidad con sentido y mucho significado. Concebimos un propósito unificador que une todas las actividades independientes de la vida. Conecta nuestras más profundas creencias con lo que hacemos todos los días y le da significado a nuestro trabajo.
Sin embargo son preguntas que muchos no se hacen. Son espectadores pasivos de sus vidas. Ignoran la apelación que la vida les hace a través de las circunstancias que se presentan. Ortega y Gasset diría: Viven una vida inauténtica.
Inventan sentidos, adoran a nuevos dioses todos medios que son como drogas y como las drogas propiamente dichas condenan a un duro despertar. Concretamente la vida sin sentido se vacía de contenido y de futuro. Es por eso y como homenaje al Dr Viktor Frankl que quiero compartir con Uds algunos aspectos de su pensamiento relacionándolo con otros autores y con estudios e investigaciones modernas que nos muestran no sólo su vigencia sino también la necesidad de su aplicación en nuestra época.
Comencemos con lo que es, sin duda, el lugar central del universo frankleano: “La voluntad de sentido”. Frankl como médico psiquiatra, llegó al descubrimiento de una tendencia humana hacia el sentido siempre presente en todo hombre. Esto es importante resaltarlo, pues es el corolario de una rica y vasta experiencia psicopatológica que le permitió afirmar que esa voluntad cuando está oculta o anulada da lugar a un “complejo de vacío”, a un existir que no encuentra su significado. Este “vacío existencial” es la patogénesis fundamental de ese grupo de afecciones que llamó “neurosis noógenas”.
Esta nueva variable etiológica de la enfermedad neurótica amplió el horizonte de la psicoterapia en su época. Y en nuestros días, guarda una estrecha relación con la particular situación del hombre y la cultura de este tiempo.(1)
De ahí la importancia que la recordemos. Buscando el tema en otros autores encontramos que en el año 1964 dos psiquiatras de la Universidad de Harvard realizaron un trabajo que consistía en buscar pruebas para diferenciar las neurosis noógenas de las psicógenas.
Sus conclusiones fueron que el estudio realizado sobre 1151 personas, apoyan invariablemente la hipótesis del Dr Viktor Frankl de que hay un nuevo tipo de neurosis por él denominado “neurosis noógenas”. Terminan diciendo que hay pruebas de que verdaderamente nos estamos enfrentando a un nuevo Síndrome que desborda el marco de la psiquiatría tradicional, no sólo desde el punto de vista del diagnóstico sino también del terapeútico” (2)
Más cerca en el tiempo, en el año 2010 la Organización Mundial de la Salud da a conocer un informe que dice: se están observando un nuevo tipo de transtornos mentales que se encuentran entre las llamadas “patologías modernas o patologías del vacío. Cuyo origen está en los cambios de las condiciones de vida a partir de factores familiares económicos o culturales.
Los que conocemos el pensamiento frankleano vemos que la relación de estos cuadros con lo que describió Frankl hace ya más de 70 años es evidente. Lo único que cambia es la época en que fueron descriptos. Sabemos también que Frankl se interesó siempre en la búsqueda de sentido como factor de salud y llegó a decir algo muy fuerte cuando afirmó “El encuentro del hombre con su sentido es el fundamento ontológico más profundo de su salud”
Por cierto pudo tomar esta posición pues su antropología se basó en considerar a la persona como unidad psicofísica-socio-espiritual. Este es el núcleo genuinamente frankleano que le permitió ver al hombre detrás del enfermo. Y es precisamente lo que da el tono, el ritmo y la clave a la Logoterapia.
En la actualidad nos encontramos con la rama más moderna de la Medicina: la Psico-neuro-inmuno-endocrinológia que valida los conceptos generados a través de la práctica cotidiana de nuestro autor . Leemos en un libro de la especialidad: “El ser humano es una unidad que nosotros dividimos para entender, pero sólo en la relación del hombre biológico social y espiritual podemos abarcar la enfermedad y comprender al hombre que la sufre” (3) Este enfoque nos permite tomar al paciente como una persona que denota valores y también sufrimientos que perturban su salud. Se lo conoce como ecología socio biológica – espiritual.
Esta visión integral nos permite constatar que algunas circunstancias que rodean al hombre producen reacciones vivenciales que dejan trazas metabólicas o bioquímicas que con el tiempo pueden llevar a enfermedades psicofísicas. Vemos que no solo los conceptos sino también el vocabulario frankleano aparecen en publicaciones científicas recientes.
Avanzando en su obra, comprobamos que la amplitud de su pensamiento lo llevó a ocuparse de la cuestión social. Preocupado por los cuadros de ansiedad y stress que se manifestaban especialmente entre los más jóvenes fue un pionero en la creación de los centros de consulta y orientación para aquellos necesitados de ayuda psíquica y moral ante los condicionamientos que la vida les presentaba. Además su indeclinable voluntad socializadora la manifestó tempranamente. En una conferencia académica en el año 1930 se refirió a la íntima relación de la psicología con la sociología, ya que juntas logran comprender el fenómeno humano en su complejidad. Con esta postura declaró para siempre el valor socio-preventivo de la Logoterapia.
De esta forma la condición del hombre como ser social le otorga identidad como constructor no sólo de su mundo personal sino también de la sociedad a la cual pertenece. Lo que pone en evidencia dos aspectos antropológicos sustanciales: por un lado se patentiza la esencia dialogal del ser humano, cuya existencia se manifiesta a través del “otro” complementario y a su vez, se concreta el concepto de auto- trascendencia” que es raigal en la obra frankleana.
Estos caracteres propios de “homos humanus” adquieren enorme importancia en nuestro tiempo donde la civilización moderna nos ha hecho desconocer a nuestro prójimo. Al punto, de no advertir su presencia , sus necesidades o incluso el papel que tiene para nuestra existencia. Erróneamente se piensa que nos necesitamos para subsistir pero no para enriquecer el significado de nuestras vidas.
Buscando otros elementos que confirman la vigencia del pensamiento frankleano y la necesidad de su aplicación en nuestra época encontramos que el último Frankl fue más allá del médico, del psiquiatra o del investigador. Su lucha constante por rehumanizar al hombre lo llevó al campo educativo. Escribió “sobre la necesidad de preservar a la humanidad de hoy, de la última y definitiva caída en un abismo por medio de la educación y antes que nada por la educación” (4)
No se nos escapa que para su época fue una fuerte exhortación. Son varios los autores que se ocuparon y se ocupan del tema educativo como constructor de humanidad. Entre nosotros encontramos a Ernesto Sábato quien afirma “La educación es lo menos material que existe, pero lo más decisivo en el porvenir de un pueblo, ya que es su fuerza espiritual” Concluye diciendo: “Toda educación depende de la filosofía de la cultura que la preside y del sistema de valores de la época” No hacen falta más palabras para darnos cuenta de cuáles son nuestras falencias en este terreno. Y cuando hablamos de educación no podemos dejar de mencionar a Guillermo Jaim Echeverry que termina su libro “La tragedia educativa” escribiendo “Frente al creciente peligro de deshumanización que hemos advertido en el mundo en que vivimos, nuestra última esperanza tal vez resida en conseguir que la escuela se transforme en ese singular baluarte cultural en que se defiende lo humano”.
Con el paso del tiempo vemos que los hechos actuales nos muestran que aquella exhortación de Frankl no era exagerada. Hasta parece que la escribió ayer. Sin embargo, debemos reconocer que es uno de los lineamientos frankleanos que todavía no se han desarrollado como debiera, salvo honrosas excepciones, pese a las posibilidades que nos da. Y si hablamos de posibilidades y de la necesidad de su pensamiento hay un aspecto de Logoterapia que no ha sido muy trabajado en nuestro medio. Me refiero a la aplicación de la Logoteoría en el campo político. (Que al igual que el tópico anterior ha sido tratado por muy pocos colegas). Se preguntarán qué elementos nos da la Logoterapia para enriquecer este árido terreno. No ayuda en la respuesta el hecho de que en los países donde fracasan los sistemas políticos que por cierto son muchos, no lo debemos atribuir a defectos de la democracia o que los partidos gobernantes sean de derecha de izquierda o de centro. Sino que es causada por una voluntad política patológica afectada de anorexia social y bulimia corruptiva que deshumanizan a los ciudadanos que confiaron en ella.
Hace ya más de 40 años que Frankl dio a conocer su pensamiento en este tema cuando en una Conferencia Mundial habló sobre “El papel de la Universidad en la lucha por la Paz”. En esa oportunidad dijo: “Debemos formar a los profesionales para vivir en democracia, lo cual significa mucho más que ejercer derechos; supone un sujeto libre y responsable que atento a la voz de la conciencia, “ésta lo guíe en sus actos profesionales y como ciudadano”.
Volvamos a las fuentes entonces y ahí encontramos herramientas conceptuales a través de la Logoteoría. Recordemos que su fundamento antropológico se basa en una concepción ética de la vida en todos sus estamentos. Por lo cual su aplicación puede elevar y sanear la cultura socio-política en la cual vivimos y que muchas veces padecemos. Siguiendo el método de buscar el tema en otros autores nos encontramos con Karl Jaspers quién dijo: “La democracia debe posibilitar el traslado al ámbito de las actividades públicas y de la política de las actitudes de valor moral que caracterizan al auténtico ser humano en su existencia privada. Dichas actitudes morales han de ser en consonancia con valores universales”. Por el mismo camino transita la filósofa española Adela Cortina quien enfáticamente afirma que la política debe ser moral. Atributo necesario incluso para la supervivencia como humanidad. Palabras fuertes, pero adecuadas ante las grandes conmociones socio – políticas que vive el mundo entero.
Entre nosotros ésta temática fue tratada recientemente por la Universidad Austral a través de su Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales que elaboró un informe sobre el nivel de formación de nuestros gobernantes. Su investigación concluye diciendo: “Corresponde destacar algo bien sabido, pero muchas veces olvidado. Del gobernante se espera fundamentalmente y en primer término una conducta respetuosa de los valores éticos y una calidad moral que garantice la confianza de los ciudadanos“.
Vemos entonces que la universalidad del pensamiento frankleano abarcó diversos caminos para que el hombre conformara una sociedad más humana. Estas dos últimas cuestiones. La educativa y la política como medios que contribuyen para que el humanismo no sea un proyecto incompleto las podemos llamar “nuevas propuestas” de la Logoterapia. Aunque como hemos visto si volvemos a las fuentes (costumbre que no debemos perder). encontramos los elementos para aplicar, en lo educativo y en lo político.
Lo que nos muestra que la vigencia de la obra frankleana, hace que esté disponible siempre para los que quieran arriesgarse a responder al grito de rebeldía de la condición humana que reclama un sentido por el cual vivir.
Después de este sobrevuelo sobre algunos aspectos del pensamiento frankleano comprobamos que nuestro autor tuvo una visión arquitectónica de la conducta humana, pues realizó un aporte no sólo a la psiquiatría sino fundamentalmente un aporte al conocimiento integral del hombre y por añadidura nos dio elementos invalorables para la comprensión de nuestra época. Una época caracterizada por el ocaso de las certezas, que como ya hemos visto da lugar a la creación de nuevos sentidos buscando verdades alternativas. Vemos así que el espíritu de nuestro tiempo no difiere de la época en la que Frankl da a conocer al mundo su pensamiento. Recordemos que éste tuvo su origen en una época donde las crisis de sentido eran agudas y epidémicas, lo que no dejaba lugar para filosofías suaves.
Es por eso que su antropología nos orienta en el cultivo del arte de vivir frente a los condicionamientos de la vida. Lo dijo claramente cuando en una oportunidad declaró que la principal tarea de la Logoterapia es “la educación en la filosofía de la vida“ (5). Es decir, en el cómo respondemos o qué actitud tomamos frente a la apelación que la realidad nos demanda. Este protagonismo, esta actitud es necesaria ante lo que se ha dado en llamar la enfermedad social de nuestro tiempo: la debilidad espiritual del hombre, cuyo síntoma principal es su indiferencia ante los dilemas cotidianos que se presentan.
El filósofo GUILLES LIPOVESTKY describe esta posición cuando dice: “El fin de la voluntad coincide con la era de la indiferencia pura “ (6) Este es el origen de un verdadero reduccionismo antropológico y el motivo de mi trabajo. Pues el hombre de hoy ya no está angustiado porque no encuentra un sentido a la vida, lo que sucede es más grave, ya no está motivado para buscar un sentido a su vida. Dada la indiferencia reinante, dada la ausencia de pasión, vive en una periferia existencial que lo deshumaniza y hace vulnerable el tejido social que lo sostiene. La cuestión central es que vivir sin sentido le quita al hombre su derecho fundamental, conocer el significado global de su existencia. Es una realidad muy fuerte que nos coloca como siempre ante una situación bipolar.
Por un lado comprobar que la larga sombra del nihilismo todavía cubre nuestros días. Y por otro lado saber que tenemos la forma de enfrentarlo, lo que actualiza esa frase que dijo Frankl hace ya muchos años: “Tal vez la Logoterapia tenga que decir al próximo siglo más de lo que ha dado al siglo actual “ Si bien nos imaginamos que causó sorpresa en su época y porque no cierta incredulidad resultó orientadora y mandataria para nosotros. Un tiempo donde no sólo podemos ayudar a descubrir un sentido concreto, sino que también debemos activar esa formidable fuerza espiritual que es la “voluntad de sentido” Por lo cual nuestro trabajo ya sea clínico, social o pedagógico se ha ampliado y complicado.
Por lo tanto les propongo seguir un consejo de EMERSON cuando dice: “Para aclarar un dominio es necesario llegar a él desde más arriba “ (7) Y como se trata de conductas y actitudes humanas ese “más arriba” lo encontramos en la antropología frankleana, uno de cuyos fundamentos es que “las posibilidades del hombre son más altas que su realidad “ Esa posibilidad aparece a través de la capacidad humana que MAX SCHELLER llamó “Poder de oposición del espíritu”. A la cual Frankl dio enorme importancia. A esa capacidad tendremos que apelar para ayudar a un hombre que no conoce o que ha olvidado los caminos del espíritu. No puede ser de otra manera, pues es precisamente desde su dimensión espiritual que el hombre ejerce su libertad y asume su responsabilidad ante los requerimientos de la vida. Es en ese espacio interior donde se desarrolla la experiencia fundamental de la existencia humana. Pues transforma al hombre en protagonista de una vida auténtica.
Tenemos de nuestro lado el saber que la historia del espíritu humano no es la de sus victorias, sin retroceso, sino la lucha sin pausa contra todo lo que intenta hacerlo claudicar. Es un verdadero desafío pues tenemos que pasar del camino liso de la teoría al terreno abrupto de la práctica. Lo que me lleva a recordar una frase que nos dejó Frankl en su última visita a nuestro país. Nos dijo: “que él había creado la Logoterapia y que nosotros aquí teníamos que adaptarla a nuestras necesidades”. Y nuestra necesidad hoy día es poder ayudar en un tiempo espiritualmente anémico donde una extraña inercia emocional lo invade todo, no dando lugar al desarrollo personal en términos de sentido. Condicionamientos muy fuertes que hacen de nuestro trabajo una verdadera utopía, nos alienta Sábato cuando dice: “el hombre sólo cabe en la utopía. Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía, serán aptos para el combate decisivo: el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido” (8)
Dr Frankl, con amor por lo que hacemos y por quien lo hacemos estamos en ese camino.
Creo que es el mejor homenaje que podemos hacerle.