Sin negar la individualidad de cada persona, es sabido por todo clínico que la nosografía responde a ciertas características comunes de cada cuadro. Independientemente de la particularidad de cada caso, los individuos pueden ser encuadrados en ciertas categorías generales, y la clasificación de los fenómenos que hace por ejemplo el DSM, nos permite una línea de comprensión.
Sin embargo quedarnos con el diagnóstico del DSM, es abrir una "brecha" entre el paciente y su mundo porque el problema de los sistemas clasificatorios es que precisamente ignoran el complejo mundo de cada caso particular, que es precisamente lo que intentamos abordar desde la Fundación Argentina de Logoterapia, considerando que todo trastorno es al mismo tiempo:
• el resultado de algo físico (fundamento constitucional)
• la expresión de algo psicológico (fundamento condicional)
• un medio dentro de un campo social (condicionamiento socio cultural)
• un modo de existencia (fundamento ontológico)
Para ello consideramos que el diagnóstico debe pasar por tres momentos:
1) Un momento genérico en el que se responde a la pregunta general acerca de si la persona está sana o enferma, lo cual nos obliga a definir nuestro concepto de salud. Consideramos que una persona es tanto más sana cuanto más amplio sea el uso de su libertad.
2) El segundo momento lo llamamos específico, precisamente porque en caso de que la persona esté enferma, debemos averiguar cuál es el trastorno. Aquí es donde son útiles las categorizaciones del DSM.
3) Finalmente, y para no quedarnos en la brecha que mencionamos, pasamos al tercer momento que es el de personificación. Momento en que, como sostiene Frankl, nos ubicamos un paso antes de la escisión sujeto-objeto para establecer una relación sujeto a sujeto.
El momento de especificación nos permitirá diagnosticar lo que el paciente tiene, mientras que en el momento de personificación intentaremos comprender a la persona que es. En otras palabras, no basta saber que Pedro es un obsesivo o María una esquizofrénica, porque esas categorizaciones no nos dicen nada del modo peculiar con que Pedro y María transitan por ese padecimiento, ni describen las facultades que pueden tener para superarlo, como tampoco nos podrán informar sobre la relación que establecen con el mundo, con los otros y consigo mismo.
