Pertenece a la esencia del ser humano el ser abierto al mundo, siempre orientado y dirigido a alguien o algo. Incluso si buceáramos en la etimología de la palabra persona, descubriríamos que una de sus raíces se encuentra en el griego prosopón, que implica un encuentro, un rostro que mira a otro. El Yo sólo puede darse en relación a un Tú y, en virtud de ello, la responsabilidad por el otro se torna substancialmente necesaria.
Uno de los útiles consejos que se comparten frente a la situación que estamos atravesando radica en reconocer que esto resulta algo transitorio, no permanente. Es decir, como tantas otras cosas en la vida, de una manera u otra, pasará.
Ahora bien, podemos hacer que pase sobreviviéndolo, encerrados en nuestros miedos, o vivenciándolo, dándole un para qué a nuestras acciones en esta cuarentena. Probablemente esta última opción nos deje un mejor sabor, ya que si hacemos algo con el fin de formar parte de la comunidad para así ir mejorándola, eso será algo digno de ser apreciado, algo lleno de sentido.
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